lunes, 3 de julio de 2017

~ Bilogía Sofía ~

~ La magia de ser Sofía ~ La magia de ser nosotros ~

★ Elísabet Benavent ★



~ Sinopsis ~

La magia de ser Sofía:

Sofía tiene tres amores: su gata Holly, los libros y El café de Alejandría.
Sofía trabaja allí como camarera y es feliz.
Sofía no tiene pareja y tampoco la busca, aunque desearía encontrar la magia.
Sofía experimenta un chispazo cuando él cruza por primera vez la puerta.
Él aparece por casualidad guiado por el aroma de las partículas de café...
...o tal vez por el destino.
Él se llama Héctor y está a punto de descubrir dónde reside la magia.

La magia de ser nosotros:

Sofía intenta seguir adelante... pero nada es lo mismo sin Héctor.
Sofía siente que se traiciona cuando un nuevo futuro se cuela en su vida.
Sofía enmudece al ver a Héctor en el Alejandría tras siete meses de silencio.
Héctor ha vuelto con un perdón en los labios y un hilo rojo como aliado.
Sofía y Héctor lucharán para volver a ser magia, pero ¿se puede mantener el amor sin renunciar a los sueños?


Fan art realizado con todo el cariño por esta novelera, inspirado en esta historia y sus personajes.

~ Opinión y sensaciones personales ~

Lo cierto es que con el poco tiempo libre que una tiene habitualmente, sumergirse en una lectura de más de mil páginas es, en mi caso, entregarle quince días de horas robadas al sueño y ratitos restados a los quehaceres de una mami trabajadora dentro y fuera de casa, pero que a su vez es lectora y necesita retroalimentarse con una de las vías de escape que más placer le otorgan normalmente. Así que, una vez tomada la decisión no se puede hacer más que cruzar deditos para que la elección de una obra de tal envergadura sea óptima y el valioso tiempo invertido sea grato y satisfactorio.

Pero claro, siempre puede uno poner en práctica algunos truquillos o sacarse de la manga un as bien guardado, como es “apostar sobre seguro”. Y en este caso, la elección de esta lectura ya contaba con todos esos pluses pues, aunque toda historia nueva a la que te enfrentes tiene margen de error y conlleva la posibilidad de que por muchas ganas que le tengas no termine cumpliendo expectativas, también es cierto que cuando te gustan las formas de un autor en sí, como que se entrega una más tranquila a la lectura.

Y precisamente algo así es lo que me ocurrió cuando decidí que mi siguiente lectura sería el último trabajo de Elísabet Benavent, ya que al leer la sinopsis algo me decía que ahí había una historia que podía gustarme. Y, llegados a este punto, no voy a dilatar mucho más mi veredicto: efectivamente, me ha gustado. Me ha gustado mucho. Qué porras, ¡me ha encantado!

No obstante, soy consciente de que cabe la posibilidad que esta historia, como he podido comprobar anteriormente con otros trabajos de esta autora, haya gente a la que no la vaya a convencer totalmente tras lo que ha venido siendo su proceso de creatividad (no he leído toda su obra, pero sí lo suficiente como para percibirlo) pues, por desgracia, hay muchos/as lectores que quieren leer (valga la redundancia) siempre lo mismo y pretenden que sus escritores favoritos así se lo concedan un trabajo tras otro. Pero, a mi humilde entender, eso es muy injusto para con ellos porque, en parte, sería como querer cortarle las alas a un pájaro por el simple hecho de que llegue un día en el que le apetezca volar en una dirección distinta a la habitual.


Fan art realizado con todo el cariño por esta novelera, inspirado en esta historia y sus personajes.

Pues algo así como un cambio de aires es lo que me ha parecido a mí esta bilogía, de la cual os hablaré en conjunto porque es como yo la he experimentado. Como una novela única de principio a fin, sin parones, donde se nos cuenta la historia de Sofía y Héctor. Y del Alejandría. Dos personajes y un lugar. Personajes, por cierto, humanos, muy humanos. Y normales, totalmente normales y corrientes. Como tú, como yo. Pero a la vez especiales, muy especiales. También como tú y como yo. Tan especiales como el lugar donde se encuentran por primera vez, El café de Alejandría, que se ha ganado por sí mismo el derecho de que lo consideremos un personaje más. Por su presencia, por su carácter. En definitiva, por su magia.

La magia de ser Sofía y La magia de ser nosotros, es en conjunto una historia que nos recuerda algo que personalmente yo valoro mucho, y es que la magia de la vida, del amor y de lo que conocemos como felicidad radica normalmente en las pequeñas cosas. Y en quien las provoca. Sobre todo en quien las provoca. Y en quien es capaz de, a su vez, encontrarla en nosotros y hacerla brillar. Porque, en ocasiones, no sabemos que la tenemos y tan solo somos capaces de verla a través de lo que se refleja en los ojos de quien tenemos enfrente. De quien llega de puntillas, sin hacer ruido, sin exponerse demasiado, pero que sin proponérselo y sin pedir permiso va calando hondo en nuestra vida, en nuestro corazón, en nuestros sentimientos. Hasta inundarlo todo. Hasta ocupar todo un espacio que creías lleno de otras cosas, reemplazando el orden de una vida aparentemente establecida y dando prioridad a necesidades de las que casi ni se tenía conocimiento. La magia haciendo de las suyas, que diría Sofía. Esa magia a la que todos tenemos derecho y que cuando llega hay que hacerle un hueco y experimentarla. No pensarla mi meditarla, tan solo vivirla.

Pero a la realidad le gusta mostrarse como una compañera de viaje detestable y envidiosa que se empeña en imponerse y decir “hola, estoy aquí…” cuando los sueños están a un paso de culminar. Cuando casi se acarician con las yemas de los dedos. Cuando más confiados estamos. Cuando más invencibles nos sentimos. La vida es así, no importa cuánto anhelemos algo o cuántos planes tengamos trazados. Ella manda, y si sus propósitos no coinciden con los nuestros, no hay nada que hacer. Ella marca los tempos sin dejarse amedrentar por nada, por nadie. Ni tan siquiera por la magia que nos rodea.

Pero… ¿habrá algo que pueda contrarrestarla? ¿La esperanza? ¿La constancia? ¿La fe? ¿El amor verdadero...? Yo ya lo sé, y estoy segura de que Sofía y Héctor están deseando haceos partícipes a vosotr@s también de la conclusión a la que han llegado.

Como os adelantaba antes, sí, a mí me ha gustado mucho esta historia y, precisamente me ha gustado por lo poco convencional y realista que me ha resultado si la comparamos con cualquier otra de corte más clásico, más previsible, más rosa. Y me ha gustado porque la vida real aparece por todas partes en esta historia, reflejando todo lo bonito que en ella habita, dando voz a todas esas pequeñas cosas capaces de llenarnos el alma, de hacernos soñar y suspirar, a la vez que también nos muestra la debilidad del ser humano, su vulnerabilidad, sus errores y el sufrimiento que nos ocasiona saber en nuestro fuero interno que, quizá, no estemos actuando todo lo bien que debiéramos… Pero como dice ese antiguo tema que casi todos conocemos “Cuando el amor llega así de esa manera, uno no tiene la culpa… Quererse no tiene horario ni fecha en el calendario cuando las ganas se juntan…”


Fan art realizado con todo el cariño por esta novelera, inspirado en esta historia y sus personajes.

Y, sobre todo, me ha gustado por algo que viene siendo una constante en la pluma de esta autora y es que me ha convencido lo que me cuenta; y me ha convencido porque esta mujer tiene la capacidad de relatar sus historias de una manera que consigue crear un clima de intimidad entre sus protagonistas y el lector que es una auténtica maravilla, abriendo un canal de comunicación donde la voz de los personajes llega directamente al oído de cada persona que se sumerge en la historia, generando por tanto un afinidad y una cercanía que, personalmente, he agradecido mucho pues acabo con la valiosa sensación de que me ha contado todo lo sucedido exclusivamente a mí, sintiéndome sumamente privilegiada por ello. Y apostaría a que a vosotros os pasará lo mismo.

Por otro lado, y como de costumbre, me maravilla la intensidad que Elísabet Benavent le imprime a sus trabajos fascinándome lo muy fino que hila en el tema emocional, desgranando poco a poco y con gran fluidez, todas las etapas de la historia, dándole a cada fase el tiempo y la profundidad que necesita para reflejar fielmente y con maestría la multitud de sentimientos y situaciones que experimentan los personajes en cada una de las vivencias que les toca experimentar, dotándolos de argumentos totalmente plausibles en la vida real para actuar y tomar las decisiones que van marcando el futuro que les espera; unas veces más acertadas, otras veces menos... Y es que no lo puedo remediar, me encantan los personajes del corte de Sofía y de Héctor (ay, Héctor, Héctor… Ese extremeño con pinta de leñador noruego, uff… Tan lindo, tan humano… Vistoso, muy vistoso… Y es que, claro, poniéndole la facha de Michiel Huisman, ay, omá...¡Me lo tengo que comer!), personajes llenos de dudas y de necesidades, alejados por completo de prototipos  en plan “machoman” o “perfectgirl”, cabezotas a ratos, indecisos, que meterán la pata una o mil veces, pero que siempre lo harán desde el corazón. Y llegados a este punto no puedo dejar de mencionar a los secundarios, pues todos y cada uno de ellos hacen una maravillosa aportación a la historia provocando momentos  sublimes que han resultado aire fresco en los momentos que la trama se encontraba en su punto de mayor intensidad. Y de entre todos ellos, por supuestísimo, me quedo con Oliver, pues me ha encantado esa relación de mejor amigo de Sofía y los parámetros en los que se mueven porque ¿quién no ha tenido un amigo/a al que en más de una ocasión (¡y de cien!) has querido romperle algo en la cabeza por sacarte de quicio constantemente y, sin embargo, saber a ciencia cierta y demostrado con hechos, que en las duras siempre va a estar ahí como hombro en el que apoyarse y llorar, y dispuesto a decirte las verdades del barquero o partirle la cara a alguien si hiciera falta, sin tener que reclamarlo? Pues por eso mismo, y aunque yo misma le habría dado un cachiporrazo en alguna ocasión, le reservo un huequito en mi memoria para los secundarios que se lo merecen por hacerme reír y querer achucharlo tanto como querer atizarle.. ¡con todo el cariño!. En definitiva, historias de sentimientos con personajes humanos, que justo lo que más me gusta a mí.

Ahora bien, si hay algo que tuviera que señalar en el plano negativo, y siendo totalmente franca, como con el resto de mi opinión, tendría que admitir que para mi gusto a la totalidad de la historia (o sea, el conjunto de la bilogía) le han sobrado unas cien paginillas, pues aunque estoy segura que la autora no estará de acuerdo conmigo (lógicamente, jajjaja), creo que hay algunos momentos que podrían haberse sintetizado un poco, así como otros aligerado y hubiera quedado igual de bien. Y es un punto que he observado en más de uno de sus trabajos, no obstante, insisto, es una percepción totalmente personal y que no tiene por qué manifestarse en el caso del resto de los lectores.   

Resumiendo, (que lo mío también es más largo que un día sin pan… jajjaja ¡Pero la culpa es de l@s autor@s que escriben historias fantásticas como esta y que tienen muchas cosas que comentar! Jiijiiijii) que una vez más, y va pleno en todos los trabajos que le he leído hasta ahora, recomiendo mucho este último trabajo hasta la fecha de Elísabet Benavent, pues si como servidora, disfrutas de las historias intensas donde el bagaje emocional y sentimental soporte el peso de la historia en sí, donde se muestren tanto las luces como las sobras de los personajes y que esté relatado hábilmente con un una jerga y unas maneras muy actuales, sin duda, disfrutarás tanto como yo de La magia de ser Sofía y de La magia de ser nosotros, así que anímate y dale una oportunidad a la historia de Sofía y Héctor, pues estoy segura que, sin lugar a dudas, te robarán un trocito de corazón.

Y como siempre, mil gracias por pasar por este humilde rinconcito y dedicar unos minutillos de vuestro valioso tiempo a conocer la opinión de esta novelera.

Feliz lectura, noveleros ♡


Val

~ Leap year ~

TENÍAS QUE SER TÚ 




Hoy os traigo una película del 2010 que vi en su momento y que, por cosas del cosmos, he deseado volver a ver para saciar una parte de mí que grita fuerte en mi interior... Y, creo que no me equivoco cuando afirmo que, si os pasa un tercio de lo que siento yo con todo lo que envuelve Irlanda, esta película de comedia romántica se abrirá hueco por el caminito de vuestros corazoncitos. ¡Teñidos de verde para esta fabulosa ocasión! 
Divertida, fresca, amena y con personajes característicos con los que o bien podremos identificarnos o bien podremos sentir en piel. 

"Una joven enamorada (Amy Adams) va a Dublín para pedirle a su novio que se case con ella. Lo hará siguiendo una tradición irlandesa, según la cual solo un día cada cuatro años -el 29 de febrero- una mujer puede proponer matrimonio a su novio con la certeza de que no será rechazada. Sin embargo, durante el viaje, una circunstancia imprevista la obligará a pedir ayuda a un rudo mesonero irlandés (Matthew Goode) con el que tendrá que caminar campo a través si quiere llegar a tiempo para hacer su propuesta de matrimonio". 
(FILMAFFINITY)



Al igual que mi maravillosa íbiri con sus reseñas, intento no destriparos más de lo que puedo contaros de las películas que me surge recomendaros. A menudo es difícil, porque mucha de la magia reside en el estado anímico con el que recibimos lo que vemos. Por eso os pido que mantengáis siempre una postura abierta, dispuesta a descubrir lo que sea a través del cine y la pantalla. En este caso, creo que no os será demasiado difícil, porque los personajes son de aquellos que se hacen de rogar, que desesperan tanto como atraen. Claro que esa es mi opinión, por supuesto. Quizá a alguno os da por querer zarandear a más de uno... ¡y lo respeto! 

Pese a la sinopsis proporcionada por FILMAFFINITY, os cuento lo siguiente. Anna, que trabaja como decoradora en Boston, descubriendo que su novio no parece dar el paso, decide seguir una tradición irlandesa y viajar hasta el precioso país para, un veintinueve de febrero, proponer ella el matrimonio. Su intención se ve turbada, no obstante, por los inconvenientes de un viaje espontáneo, impulsivo y lleno de circunstancias made in Ireland. Por no hablar, quizá de la aparición de Declan, un joven muy irlandés que, a la mínima ocasión, aprovecha para burlarse de las costumbres y la torpeza de la protagonista. Será el encargado, sin embargo, de ayudarla (aunque por motivos e intereses propios) para que, desde ese pueblito perdido del país, llegue hasta Dublín. 
Y no os digo más. ¡Que es un viaje lleno de situaciones que os harán, como poco, sonreír! Al menos es así en mi caso... ¡que la vuelvo a ver! 


Ah... 
No tiene pérdida. Quiero creer que las malas críticas de FILMAFFINITY, las cuales no voy a incluir porque considero que no le hacen realmente justicia, están basadas en detalles ajenos a los protagonistas. Porque, desde mi humilde punto de vista, el encanto que éstos proyectan en la gran pantalla... o los mismísimos parajes de la tan bonita Éire, es innegable. Solo por eso... la película es bella (y a todos nos gusta una moderada dosis de tópicos). Creo, además, que es de esos films por los que te enamoras de lo sencillo. Donde descubres que el amor, la pasión o el deseo se reduce a mucho más que expectativas, comodidad y costumbre. Me gusta precisamente porque rompe algunos esquemas en ese sentido. 

¡Y me he reído!  La torpeza de Anna, que es lo que empuja a Declan a ser un adorable pijotero que se burla de ello, provoca unas situaciones que arrancan la sonrisa. ¡Merecen ser vistas! 

Debo decir que... Ay, no sé si decirlo. Va, sí. No, no. Igual no queréis. Pero. Ay, si no lo digo reviento. Vale, va, me animo. ¡No lo toméis como spoiler! Ay, no sé... ¿Mejor os doy una pista? Bueno, va, digo sin decir...




Para mí, esta película... tiene una escena que es tan formidable como memorable. De esas que revuelven las tripas con el aleteo de maravillosas mariposas y que, después, lentamente, arrancan un suspiro... Y solo diré que hay una mesa de por medio. Créedme que con eso digo poco. 

La mordaz lengua de Declan, la inocencia  de Anna, los piques en los que se ven envueltos por su carácter; el esfuerzo y empeño de ella, la honestidad y todos esos sentimientos guardados de él... Pues qué queréis que os diga. Yo me he enamorado, cómo para no hacerlo, vamos. 
Emprenden un viaje lleno de aventurados infortunios que traen consigo el despertar de un callado cariño. ¡Y qué decir de los clichés irlandeses que,  lejos de estar trillados, dotan la película de un particular tono humorístico! 

Uno se enamora cuando se enamora... y a veces sin darse cuenta. 

No deseo enrollarme. Deseo que la veáis. Si no es por el corte romántico u cómico, que sea para enamoraros de Irlanda como yo llevo toda la vida...

Este colibrí os manda un saludo con el grito de Erin go bragh! 



RA